LA SANTA MISA EXPLICADA POR SAN PÍO DE PIETRELCINA


(Testimonio del P. Derobert, hijo espiritual del Padre Pío)

Él me había explicado poco después de mi ordenación sacerdotal que celebrando la Eucaristía había que poner en paralelo la cronología de la Misa y la de la Pasión. Se trataba de comprender y de darse cuenta, en primer lugar, de que el sacerdote en el Altar es Jesucristo. Desde ese momento Jesús en su Sacerdote, revive indefinidamente la Pasión.

Desde la señal de la cruz inicial hasta el ofertorio es necesario reunirse con Jesús en Getsemaní, hay que seguir a Jesús en su agonía, sufriendo ante esta “marea negra” de pecado. Hay que unirse a él en el dolor de ver que la Palabra del Padre, que él había venido a traernos, no sería recibida o sería recibida muy mal por los hombres. Y desde esta óptica había que escuchar las lecturas de la misa como estando dirigidas personalmente a nosotros.

El Ofertorio, es el arresto. La Hora ha llegado…

El Prefacio, es el canto de alabanza y de agradecimiento que Jesús dirige al Padre que le ha permitido llegar por fin a esta “Hora”.

Desde el comienzo de la Plegaria Eucarística hasta la Consagración nos encontramos ¡rápidamente! con Jesús en la prisión, en su atroz flagelación, su coronación de espinas y su camino de la cruz por las callejuelas de Jerusalén teniendo presento en el “momento” a todos los que están allí y a todos aquellos por los que pedimos especialmente.

La Consagración nos da el Cuerpo entregado ahora, la Sangre derramada ahora. Es místicamente, la crucifixión del Señor. Y por eso el San Pío de Pietrelcina sufría atrozmente en este momento de la Misa.

Nos reunimos enseguida con Jesús en la Cruz y ofrecemos desde este instante, al Padre, el Sacrificio Redentor. Es el sentido de la oración litúrgica que sigue inmediatamente a la Consagración.

El “Por él, con él y en él” corresponde al grito de Jesús: “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”. Desde ese momento el Sacrificio es consumado y aceptado por el Padre. Los hombre en adelante ya no están separados de Dios y se vuelven a encontrar unidos. Es la razón por la que, en este momento, se recita la oración de todos los hijos: “Padre Nuestro…..”

La fracción del Pan marca la muerte de Jesús…..

La intinción, el instante en el que el Padre, habiendo quebrado la Hostia (símbolo de la muerte…) deja caer una partícula del Cuerpo de Cristo en el Cáliz de la preciosa Sangre, marca el momento de la Resurrección, pues el Cuerpo y la Sangre se reúnen de nuevo y es a Cristo vivo a quien vamos a recibir en la comunión.

La bendición del Sacerdote marca a los fieles con la cruz, como signo distintivo y a la vez como escudo protector contra las astucias del Maligno….

Se comprenderá que después de haber oído de la boca del P. Pío tal explicación, sabiendo bien que él vivía dolorosamente esto, me haya pedido seguirle por este camino…lo que hago cada día…¡y con cuánta alegría!.

BIOGRAFÍA DE SAN AGUSTÍN


Una de las autobiografías más famosas del mundo, las Confesiones de San Agustín, comienza de esta manera: “Grande eres Tu, Oh Señor, digno de alabanza … Tu nos has creado para Ti, Oh Señor, y nuestros corazones estarán errantes hasta que descansen en Ti” (Confesiones, Capítulo 1). Durante mil años, antes de la publicación de la Imitación de Cristo,  Confesiones fue el manual más común de la vida espiritual. Dicho libro ha tenido más lectores que cualquiera de las otras obras de San Agustín. El mismo escribió sus Confesiones diez años después de su conversión, y luego de ser sacerdote durante ocho años. En el libro, San Agustín se confiesa con Dios, narrando el escrito dirigido al Señor. San Agustín le admite a Dios: “Tarde te amé, Oh Belleza siempre antigua, siempre nueva. Tarde te amé” (Confesiones, Capítulo 10).  Muchos aprenden a través de su autobiografía a acercar sus corazones al corazón de Dios, el único lugar en donde encontrar la verdadera felicidad … ¿Quién fue este ‘pecador que llegó a ser un santo’ en la Iglesia? 

 Los primeros años

San Agustin nació en Africa del Norte en 354, hijo de Patricio y Santa Mónica. El tuvo un hermano y una hermana, y todos ellos recibieron una educación cristiana. Su hermana llegó a ser abadesa de un convento y poco después de su muerte San Agustín escribió una carta dirigida a su sucesora incluyendo consejos acerca de la futura dirección de la congregación. Esta carta llego a ser posteriormente la base para la “Regla de San Agustín”, en la cual San Agustín es uno de los grandes fundadores de la vida religiosa.

 Patricio, el padre de San Agustín fue pagano hasta poco antes de su muerte, lo cual fue una respuesta a las fervientes oraciones de su esposa, Santa Mónica, por su conversión. Ella también oró mucho por la conversión de su entonces caprichoso hijo, San Agustín. San Agustín dejó la escuela cuando tenía diez y seis años, y mientras se encontraba en esta situación se sumergió en ideas paganas, en el teatro, en su propio orgullo y en varios pecados de impureza. Cuando tenía diez y siete años inició una relación con una joven con quien vivió fuera del matrimonio durante aproximadamente catorce años. Aunque no estaban casados, ellos se guardaban mutua fidelidad.  Un niño llamado Adeodatus nació de su unión, quien falleció cuando estaba próximo a los veinte años. San Agustín enseñaba gramática y retórica en ese entonces, y era muy admirado y exitoso. Desde los 19 hasta los 28 años, para el profundo pesar de su madre, San Agustín perteneció a la secta herética de los Maniqueos. Entre otras cosas, ellos creían en un Dios del bien y en un Dios del mal, y que solo el espíritu del hombre era bueno, no el cuerpo, ni nada proveniente del mundo material.   

La conversión de San Agustín

A través de la poderosa intercesión de su madre Santa Mónica, la gracia triunfó en la vida de San Agustín. El mismo comenzó a asistir y a ser profundamente impactado por los sermones de San Ambrosio en el Cristianismo. Asimismo, leyó la historia de la conversión de un gran orador pagano, además de leer las epístolas de San Pablo, lo cual tuvo un gran efecto en el para orientar su corazón hacia la verdad de la fe Católica. Durante un largo tiempo, San Agustín deseó ser puro, pero el mismo le manifestó a Dios, “Hazme puro … pero aún no” (Confesiones, Capítulo 8).  Un día cuando San Agustín estaba en el jardín orando a Dios para que lo ayudara con la pureza, escuchó la voz de un niño cantándole: “Toma y lee; toma y lee” (Confesiones, Capítulo 8). Con ello, el se sintió inspirado a abrir su Biblia al azar, y leyó lo primero que llego a su vista. San Agustín leyó las palabras de la carta de San Pablo a los Romanos capítulo 13:13-14:  “nada de comilonas y borracheras; nada de lujurias y desenfrenos … revestíos más bien del Señor Jesucristo y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias.” Este acontecimiento marcó su vida, y a partir de ese momento en adelante el estuvo firme en su resolución y pudo permanecer casto por el resto de su vida. Esto sucedió en el año 386. Al año siguiente, 387, San Agustín fue bautizado en la fe Católica. Poco después de su bautismo, su madre cayó muy enferma y falleció poco después de cumplir 56 años, cuando San Agustín tenía 33. Ella le manifestó a su hijo que no se preocupara acerca del lugar en donde sería enterrada, sino que solo la recordara siempre que acudiera al altar de Dios. Estas fueron unas palabras preciosas evocadas desde el corazón de una madre que tenía una profunda fe y convicción.  

Obispo de Hipona

Luego de la muerte de su madre, San Agustín regresó al Africa. El no deseaba otra cosa sino la vida de un monje – vivir un estilo de vida silencioso y monástico. Sin embargo, el Señor tenía otros planes para el. Un día San Agustín fue a la ciudad de Hipona en Africa, y asistió a una misa. El Obispo, Valerio, quien vio a San Agustín allí y tuvo conocimiento de su reputación por su santidad, habló fervientemente sobre la necesidad de un sacerdote que lo asistiera. La congregación comenzó de esa manera a clamar por la ordenación de San Agustín. Sus plegarias pronto fueron escuchadas. A pesar de las lágrimas de San Agustín, de su resistencia y de sus ruegos en oposición a dicho pedido, el vio en todo esto la voluntad de Dios. Luego dio lugar a su ordenación. Cinco años después fue nombrado Obispo, y durante 34 años dirigió esta diócesis.   San Agustín brindó generosamente su tiempo y su talento para las necesidades espirituales y temporales de su rebaño, muchos de los cuales eran gente sencilla e ignorante. El mismo escribió constantemente para refutar las enseñanzas de ese entonces, acudió a varios consejos de obispos en Africa y viajó mucho a fin de predicar el Evangelio. Pronto surgió como una figura destacada del Cristianismo. 

El amor de San Agustín hacia la verdad a menudo lo llevo a controversias con diversas herejías. Por ejemplo, las principales herejías contra las cuales habló y escribió fueron las de los Maniqueos, de cuya secta había pertenecido anteriormente; de los cismáticos Donatistas que se habían apartado de la iglesia; y, durante los veinte años restantes de su vida, contra los Pelagianos, que exageraban la función del libre albedrío para hacer caso omiso a la función de la gracia en la salvación de la humanidad. San Agustín escribió mucho acerca de la función de la gracia en nuestra salvación, y más adelante obtuvo el título de doctor de la Iglesia especialmente debido a sus intervenciones con los Pelagianos. En esta línea, el mismo escribió mucho también acerca del pecado original y sus efectos, del bautismo de niños pequeños y de la predestinación.  

Escritos

San Agustín fue un escritor prolífico, que escribió más de cien títulos separados. Según lo mencionado anteriormente, San Agustín escribió su famosa autobiografía titulada Confesiones.  El mismo escribió además un gran tratado durante un período de 16 años titulado Sobre la Trinidad, meditando sobre este gran misterio de Dios casi diariamente. San Agustín escribió además la Ciudad de Dios, que comenzaba como una simple y breve respuesta a la acusación de los paganos de que el Cristianismo era el responsable de la caída de Roma.

 Dicha obra fue escrita entre los años 413-426, y es una de las mejores obras de apologética con respecto a las verdades de la fe Católica. En ella, la ‘ciudad de Dios’ es la Iglesia Católica. La premisa es que los planes de Dios tendrán resultado en la historia en la medida en que las fuerzas organizadas del bien en esta ciudad derroten gradualmente a las fuerzas del orden temporal que hacen la guerra a la voluntad de Dios. Una línea de este libro se puede apreciar a continuación: “Por tanto dos ciudades han sido construidas por dos amores: la ciudad terrenal por el amor del ego hasta la exclusión de Dios; la ciudad celestial por el amor de Dios hasta la exclusión del ego. Una se vanagloria en si mismo, la otra se gloría en el Señor. Una busca la gloria del hombre, la otra encuentra su mayor gloria en el testimonio de la conciencia de Dios” (Ciudad de Dios, Libro 14).

Conclusión de su vida

En 430 San Agustín se enfermó y falleció el 28 de agosto de ese mismo año. Su cuerpo fue enterrado en Hipona, y fue trasladado posteriormente a Pavia, Italia. San Agustín ha sido uno de los más grandes colaboradores de las nuevas ideas en la historia de la Iglesia Católica. El es un ejemplo para todos nosotros – un pecador que se hizo santo y que nos da esperanza a todos. San Agustín es actualmente uno de los treinta y tres doctores de la Iglesia. Su fiesta se celebra el 28 de agosto.

Santa Clara de Motefalco -Fiesta el 17 Agosto


“Cuanto he esperado por alguien a quien pueda confiar con Mi Cruz”
– Jesús a Santa Clara en una visión.

Muy conocida es Santa Clara, la de Asís, quién siguió a San Francisco en el camino del Señor. Pero hay otra Santa Clara no menos heroica y audaz en su amor por Cristo, que nació cerca de Asís, en Montefalco (Visite su monasterio y reliquias en el año 1268. El nombre de sus padres eran, Damiano e Iacopa Vengente, que tuvieron 4 hijos en total. Su hermana mayor, Giovanna de 20 años y su amiga Andreola, establecieron una Ermita, en donde se dedicaron a una vida de oración y de sacrificio.

En el año 1274 se le concedió aprobación de las autoridades eclesiástica y fue entonces que, Giovanna pudo recibir más hermanas a la Orden. La primera candidata fue su hermana Clara, de 6 años de edad.

El ejemplo de sus padres, quienes tenían una gran devoción al Señor y a su Madre, y el de su Hermana y su compañera, contribuyeron a que se desarrollara en Clara el deseo de amar y servir al Señor a través de una vida de oración. Ella era una niña muy viva a la que todos encontraban que sobrepasaba a las niñas de su edad. Era además, extremadamente amorosa.

Desde que entró al convento aun cuando era más joven que las demás, se mantenía al mismo nivel que sus dos compañeras, tanto en la oración como en la penitencia.

Desde muy pequeña, tuvo un ardiente amor por el Señor, especialmente por su Pasión. Este fuego interior fue el que le dio la energía, el celo y la fuerza, para vivir una vida que para muchos sería imposible. Desde pequeña tuvo gran apetito, y tenía que luchar contra sus deseos de comer los platos que mas le gustaban, ayunando constantemente, especialmente durante la Cuaresma.

Aún cuando ninguna Regla Religiosa se había establecido, Clara practicó una estricta obediencia a su hermana Giovanna, que era la líder del grupo. Una vez, que Clara rompió la Regla del silencio dada por su hermana, se impuso la penitencia de pararse en un cubo de agua helada, con los brazos hacia arriba rezando 100 veces el Padre Nuestro.

En 1278 dos años después de haber entrado Clara al Convento entró Marina, amiga de Clara, y fue seguida de muchas otras por lo que tuvieron que mudarse a una montaña cerca de la ciudad, donde construyeron otra Ermita.

Se levantó una gran persecución contra ellas, no solo por parte de laicos de la ciudad, sino también por los Franciscanos del lugar que decían que la ciudad era muy pequeña para tener otra comunidad pidiendo limosna. Pero el Señor que es justo, movió al oficial del Ducado a votar por ellas y se quedaron. Con la Ermita teniendo el techo a medio hacer, pasando frío y hambre, la pequeña comunidad era sostenida por su fe y llamado, que era más fuerte que la persecución de las personas de la ciudad.

Durante esta época pocas personas les daban algo para comer, y se sostuvieron de hierbas silvestres. Clara que tenía un don para cocinar, les hacía pasteles de plantas con tanto amor, que las hermanas recordaban estos tiempos como tiempos de gozo en vez de miseria…

Finalmente Giovanna obtuvo permiso para enviar a algunas hermanas a pedir limosna. Clara que tenía 15 años, insistió tanto en ir que, venció las objeciones de su hermana, y ella junto con Marina, salieron durante 40 días en busca de limosnas; nunca regresaban sin haber cumplido su cometido. Su hermana Giovanna, pensando en proteger a Clara, no le permitió salir mas, y Clara estuvo en el convento por el resto de sus años.

Clara pasaba de 8-10 horas diarias en oración, y por las noches caía de rodillas rezando el Padre Nuestro.

Practicaba actos tan severos de mortificación, que su hermana Giovanna tuvo que poner restricciones en sus prácticas. Siempre estaba buscando una forma mas ascética de oración.

En el año 1288, cuando Clara tenía 20 años. Parecía que estaba llegando a alcanzar la completa unión con Jesús, cuando el Señor la probó adentrándola en un desierto. Fue una prueba dada por el Señor para castigar su orgullo y para que ella viera que sin El no podía hacer nada. Clara entró en el desierto. Perseguida por todo tipo de tentaciones, víctima de las emociones. Sentía que Dios la había abandonado. Esta tortura duró once años de su vida, a través de la cual estuvo sin la asistencia espiritual que ella desesperadamente ansiaba. Clara cargaba el peso de sus sentimientos de inseguridad en su corazón.

Como no recibía las penitencias deseadas, comenzó a imponérselas ella misma, causando tanto daño físico que su hermana tuvo que detenerla otra vez.

Ante la muerte de su hermana: Razón de llorar

En Nov. 22,1291, muere su hermana Giovanna. Fue un golpe muy duro para Clara pues veía en su hermana el ejemplo a seguir y la persona que la formaba en su vida espiritual. Le causó el mayor dolor de su vida, aun mas que la muerte de sus padres a los que amaba entrañablemente. Estaba desconsolada de manera que lloró por tres días, apartada en su celda. Las monjas, extrañadas de que llorase por su hermana cuando no lloró por sus padres, le preguntaron la razón. Ella respondió: “¿Como es que no comprenden? Yo no lloro por su alma ni por su cuerpo (de Giovanna), sino por mi. ¿No es por nosotros que lloramos? Giovanna fue para me un ejemplo y espejo de vida; cada día me hablaba de Dios y de siempre nuevas y profundas cosas espirituales. Por esto lloro y por nada mas”

Clara es elegida para ser la Abadesa y Madre

El representante del Obispo llegó para la elección de la nueva Abadesa. Las monjas unánimemente escogieron a Clara. Sintiéndose totalmente indigna, les rogó que escogieran a alguna más, que fuera santa y sabia, diciendo que ella no era ninguna de las dos cosas; pero su petición no fue escuchada.

Aceptó su responsabilidad, aunque se sentía indigna, y se convirtió en Madre, Maestra, y Directora Espiritual. Enseñaba a sus hermanas a ofrecerle al Señor todas sus necesidades individuales, para que fuesen moldeadas en las necesidades de la comunidad, formando así en ellas un verdadero cuerpo, con una vida en común.

Balanceando la oración y el trabajo necesario del monasterio, traía a la comunidad gozo y amor. Sensible a aquellas que sentían el llamado a más oración, les permitía hacerlo, pero con la condición que todo el mundo tenía que hacer trabajo manual. La hermana Tomasa decía: “Ella permanecía despierta hasta tarde en la noche, pero siempre estaba despierta temprano en la mañana”.

Ella dirigía, personalmente, e incesantemente a las hermanas en sus necesidades espirituales y corporales. Decía: “Quien enseña al alma, sino Dios? No hay mejor instrucción para el mundo que la que viene de Dios”. Las ayudaba e instruía a reconocer la voz del Espíritu y a discernir Quién era el poder en sus vidas. Pero, cuando era necesario, corregía y amonestaba a las hermanas, haciéndolas conscientes de los peligros a sus almas. Velaba por todas, aun a costa de su salud.

Humildad y Penitencia

La comunidad practicaba rigurosas penitencias y clara, con ejemplar humildad, daba ejemplo. Un viernes, durante un capítulo de la comunidad, Clara clara se arrodilló ante sus hermanas y les mandó a que le aplicasen la disciplina (látigo con el que, según la costumbre de algunas comunidades se utiliza para mortificarse). Clara tenía un profundo deseo de compartir la Pasión de Nuestro Señor, deseando así aliviarle sus sufrimientos.

Como Clara fue tan probada y sufrió tantas luchas y dudas, podía hablar con autoridad a otros. A través de su experiencia podía relacionarse con la batalla espiritual sufrida por otros. Podía ministrar a las personas fuera de la comunidad, que venían a verla, contando con los dones de conocimiento y sabiduría que le había dado el Señor.

Por su amor y cuidado genuino, Clara atraía al monasterio a sacerdotes, teólogos, obispos, jueces, santos y pecadores. Nunca descuidó sus responsabilidades hacia sus hermanas dentro del monasterio por su apostolado con aquellos de fuera del claustro.

Amor a los Pobres

Clara tenía un amor muy grande por los pobres y perseguidos. Enviaba a las hermanas externas con comida y medicamentos para los necesitados. Le daba a amigos y enemigos igualmente, y a veces mas a los enemigos. Así como era amorosa, generosa y entregada, así mismo era firme. Enfrentaba a todos sus perseguidores con estas cualidades, nunca retrocediendo ante ellos. Ella se atrevió a ser impopular, enfrentándose al pensamiento popular del mundo, así como al de sus propias monjas, si ella pensaba que estaba incorrecto. Testigos afirman que ella tenía el don de bilocación.

Aunque ella era una mística, generalmente en contemplación de su Amado Señor Jesucristo (especialmente en su pasión), y en adoración estática a Dios Padre, al Hijo y el Espíritu Santo en la Santísima Trinidad, estaba consciente del mundo a su alrededor. Ella no estaba alejada de el, pero envuelta en el, orando y haciendo penitencia por su salvación.

“Cuanto he esperado por alguien a quien pudiera confiar mi Cruz”

El año 1294 fue un año decisivo en la vida de Clara. En la fiesta de la Epifanía, después de haber hecho una confesión general delante de todas las hermanas, cayó en éxtasis y permaneció así por varias semanas. Las hermanas la mantenían con vida dándole agua de azúcar. Durante este tiempo, Clara tuvo una visión, en la que se vio siendo juzgada delante de Dios,”vio el infierno con todas las almas perdidas sin esperanza y el cielo con los santos, gozando perfecta felicidad en la presencia de Dios. Vio a Dios en toda su majestad. Le reveló cuan incondicionalmente fiel un alma debe ser a El para vivir de verdad en El y con El. Al recobrarse, resolvió “nunca pensar o decir algo que la separara de Dios”. También decía: Si Dios no me protegiera, sería la peor mujer en el mundo”.

En el año de 1303 consiguió construir la Iglesia que tanto soñó, que no solamente serviría al convento, pero también a la comunidad del pueblo. La primera piedra fue bendecida en Junio 24 de 1303 por el Obispo de Espoleto y ese día la Iglesia fue dedicada a la Santa Cruz. Clara tuvo también la visión de Jesús vestido como un peregrino pobre. Su rostro agobiado por el peso de la cruz y su cuerpo mostrando los signos de un camino duro cargando la cruz. Clara estaba de rodillas tratando de evitar que El siguiera caminando, y preguntándole Señor, a donde vas?”; Jesús le respondió:”He buscado en el mundo entero por un lugar fuerte donde plantar firmemente esta Cruz, y no he encontrado ninguno”. Clara lo mira y toca la cruz, mostrando al Señor el deseo de tantos años de compartir su cruz. El rostro de Jesús ya no estaba exhausto, sino brillando de amor y de gozo. Su viaje había terminado. El le dice: “Si Clara, aquí he encontrado un lugar para mi cruz; al fin encuentro a alguien a quien puedo confiar mi cruz”, y se la implantó en su corazón. El intenso dolor que sintió en todo su cuerpo, al recibir la Cruz de Jesús en su corazón, permaneció con ella. Desde ese primer momento, siempre estuvo consciente de la cruz, que no solamente sentía sino que la sentía con cada fibra de su ser. El era parte de ella, su Amor Jesús y ella era una en su Cruz.

Tengo a Jesús Crucificado en mi corazón

“La vida de un alma es el amor a Dios”, decía Clara. Ella oraba para que todo aquel que ella conociera experimentara a Nuestro Señor Jesucristo, profundamente en su corazón. Ella oraba, sufría y ardía de pasión, como lo hizo nuestro Señor, porque le había entregado totalmente a El su corazón. Debido a sus penitencias de tantos años, su cuerpo comenzó a debilitarse y en Julio de 1308 ya no pudo levantarse mas de su cama. El demonio la atacaba incansablemente, tratando de hacerla sentir que ella era indigna de Dios; que Dios no la encontraba agradable, que se había equivocado en todo lo que ella había dicho y hecho; llevando así a la perdición a muchas almas. Pero con la fortaleza del Señor y su fe no cedió a las insinuaciones del demonio.

En la noche de Agosto 15, llamó a las monjas y les dejó su último testamento espiritual:

“Yo ofrezco mi alma por todas ustedes y por la muerte de Nuestro Señor Jesucristo. Sean bendecidas por Dios y por mi. Y oro, mis hijas, que ustedes se comporten bien y que todo el trabajo que Dios me ha hecho hacer por ustedes sea bendecido. Sean humildes, obedientes; sean tales mujeres, que Dios sea alabado siempre a través de ustedes”.

Después de hablar, pidió el Sacramento de Extrema Unción. Cuando una hermana estaba muriendo era la costumbre que cada hermana fuera e hiciera la señal de la cruz en la frente. Cuando se lo estaban haciendo a ella, les dijo: “Porque me hacen el signo de la Cruz?. Yo tengo a Jesús crucificado en mi corazón”.

El viernes 16 de Agosto, en la tarde, Clara pidió que viniera su hermano Francisco. Esa noche llegó y la encontró muy cansada; pero a la mañana siguiente, Clara parecía estarse recuperando. Francisco se marchaba cuando dos hermanas lo llamaron y llevaron a ver a Clara, que sentada en la cama, con el color del rostro encendido y sonriendo, parecía completamente recuperada. Le dio a su hermano dirección espiritual, ya que ella era su directora espiritual y maestra, hablando largamente con el. Un ambiente de gozo y celebración comenzó a esparcirse por el convento, cuando Clara llamó a Fray Tomaso, el capellán del convento, y le dijo: “Yo confieso al Señor y a usted todas mis faltas y ofensas”, y mas tarde, decía a sus monjas: “Ahora ya no tengo nada mas que decirles. Ustedes están con Dios porque yo me voy con El. Y se mantuvo así, sentada en la cama, sus ojos mirando al cielo, sin moverse. Pasaron varios minutos y Francisco le tomó el pulso; mirando a las hermanas, llorando les anunció que Clara había muerto.

Marcas de la Pasión en el corazón de Clara

Murió el Sábado 17 de Agosto, a las 9:00am, de 1308. Las monjas inmediatamente prepararon el cuerpo de Clara para que todos pudieran verla. Primero le quitaron el corazón y lo pusieron en un caja floreada de madera. La Misa funeral fue celebrada el 18 de Agosto. Esa noche, las hermanas abrieron el corazón de Clara para prepararlo y ponerlo en un relicario, Para su asombro, las palabras de Clara se hicieron vida; delante de ellas estaban las marcas de la Pasión de Jesús.

Dentro del corazón estaba la forma perfecta de Jesús Crucificado, aún la corona de espinas en la cabeza y la herida de la lanza en el costado. Además, hechos de ligamentos o tendones, los flagelos usados en la flagelación, con las puntas mostrando las bolas de metal con los huesos para desgarrar la carne y los huesos del Señor.

Otro hallazgo fue el de 3 piedras dentro de su vejiga. Cuando las monjas investigaron mas, descubrieron que las 3 piedras, del tamaño de una nuez, eran perfectamente iguales en tamaño, forma y peso. Todas pesaban lo mismo, una pesaba tanto como dos, dos como tres y una como tres. Las hermanas interpretaron esto como un signo del amor tan grande que Clara tenia hacia la Santísima Trinidad.

La noticia de este milagro se propagó inmediatamente. El lunes siguiente, Fray Pietro di Salomono, un antiguo adversario de las hermanas, las acusó ante Monsignor Berengario, Vicario de la diócesis de Spoleto, de haber intencionalmente falsificado el hallazgo. El monsignor fue a Montefalco y convocó a teólogos, abogados y doctores. Después de examinar cuidadosamente el corazón de Santa Clara, concluyeron unánimemente que las “marcas” no tenían explicación científica.

El cuerpo de Clara producía tal fragancia, que no pudieron enterrarla. Su cuerpo, después de 700 años, nunca se ha descompuesto.

El proceso ordinario de la vida de Santa Clara, sus virtudes, sus revelaciones y milagros atestiguados gracias a su intercesión después de su muerte, comenzó en 1309. El proceso Apostólico llegó al Papa en 1328, pero su canonización en San Pedro, ocurrió el ocho de Diciembre de 1881, Fiesta de la Inmaculada Concepción.

Sus reliquias

En la Iglesia de la Santa Cruz en Montefalco se conserva hasta hoy el cuerpo incorrupto de Sta. Clara de Montefalco. Se pueden contemplar las reliquias de su corazón con las marcas de la pasión y las tres piedritas de la vejiga.

El árbol milagroso

En el jardín del monasterio (junto a la Iglesia), se encuentran unos árboles muy valiosos. Resulta que Jesús se apareció a Santa Clara en el jardín con un callado, el cual le pidió a Sta. Clara que lo sembrara. Ella le preguntó como hacerlo ya que no era una planta. Jesús le dijo que igual que si fuera una planta. En obediencia, Sta. Clara siembra el callado y de pronto se convierte en un árbol milagroso que dio frutos. La santa utilizaba sus semillas para hacer rosarios con los que oraba por los enfermos y se sanaban.

Los descendientes del árbol milagroso aun están en el jardín del convento de Montefalco. Las hermanas del convento continúan hasta hoy, haciendo estos rosarios que se pueden adquirir en la tiendita de la Iglesia.

Agradecemos a las hermanas que continúan, desde aquel santo convento su vida consagrada que por el amor con que nos acogen y nos comparten la espiritualidd de Santa Clara cada vez que vamos como peregrinos.

-SCTJM

Esta página es obra de Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María
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Santa Brigida de Suecia y las 20 Divinas Promesas que recibio


Sta. Brígida de Suecia
(1302-1373)
Madre, viuda, fundadora de la Orden del Santísimo Salvador
Mística, Patrona de Suecia
Proclamada por Juan Pablo II:
Patrona de Europa
Fiesta: 23 de Julio

SANTA BRIGIDA era hija de Birgerio, gobernador de Uplandia, la principal provincia de Suecia. La madre de Brígida, Ingerborg; era hija del gobernador de Gotlandia oriental. Ingerborg murió hacia 1315 y dejó varios hijos. Brígida, que tenía entonces doce años aproximadamente, fue educada por una tía suya en Aspenas. A los tres años, hablaba con perfecta claridad, como si fuese una persona mayor, y su bondad y devoción fueron tan precoces como su lenguaje. Sin embargo, la santa confesaba que de joven había sido inclinada al orgullo y la presunción.

La Pasión: centro de su vida
A los siete años tuvo una visión de la Reina de los cielos. A los diez, a raíz de un sermón sobre la Pasión de Cristo que laimpresionó mucho, soñó que veía al Señor clavado en la cruz y oyó estas palabras: “Mira en qué estado estoy, hija mía.” “¿Quién os ha hecho eso, Señor?”, preguntó la niña. Y Cristo respondió: “Los que me desprecian y se burlan de mi amor.”Esa visión dejó una huella imborrable en Brígida y, desde entonces, la Pasión del Señor se convirtió en el centro de su vida espiritual.

Matrimonio
Antes de cumplir catorce años, la joven contrajo matrimonio con Ulf Gudmarsson, quien era cuatro años mayor que ella. Dios les concedió veintiocho años de felicidad matrimonial. Tuvieron cuatro hijos y cuatro hijas, una de las cuales es venerada con el nombre de Santa Catalina de Suecia. Durante algunos años, Brígida llevó la vida de la época, como una señora feudal, en las posesiones de su esposo en Ulfassa, con la diferencia de que cultivaba la amistad de los hombres sabios y virtuosos.

En la Corte
Hacia el año 1335, la santa fue llamada a la corte del joven rey Magno II para ser la principal dama de honor de la reina Blanca de Namur. Pronto comprendió Brígida que sus responsabilidades en la corte no se limitaban al estricto cumplimiento de su oficio. Magno era un hombre débil que se dejaba fácilmente arrastrar al vicio; Blanca tenía buena voluntad, pero era irreflexiva y amante del lujo. La santa hizo cuanto pudo por cultivar las cualidades de la reina y por rodear a ambos soberanos de buenas influencias. Pero, aunque Santa Brígida se ganó el cariño de los reyes, no consiguió mejorar su conducta, pues no la tomaban en serio.

Las Visiones
La santa empezó tener por entonces las visiones que habían de hacerla famosa. Estas versaban sobre las más diversas materias, desde la necesidad de lavarse, hasta los términos del tratado de paz entre Francia e Inglaterra. “Si el rey de Inglaterra no firma la paz -decía– no tendrá éxito en ningunade sus empresas y acabará por salir del reino y dejar a sus hijos en la tribulación y la angustia.” Pero tales visiones no impresionaban a los cortesanos suecos, quienes solían preguntar con ironía: “¿Qué soñó Doña Brígida anoche?”

Problemas familiares y peregrinaciones
Por otra parte, la santa tenía dificultades con su propia familia. Su hija mayor se había casado con un noble muy revoltoso, a quien Brígida llamaba “el Bandolero” y, hacia 1340, murió Gudmaro, su hijo menor. Por esa pérdida la santa hizo una peregrinación al santuario de San Olaf de Noruega, en Trondhjem. A su regreso, fortalecida por las oraciones,intentó con más ahinco que nunca volver al buen camino a sus soberanos. Como no lo lograse, les pidió permiso de ausentarse de la corte e hizo una peregrinación a Compostela con su esposo. A la vuelta del viaje, Ulf cayó gravemente enfermo en Arras y recibió los últimos sacramentos ya que la muerte parecía inminente. Pero Santa Brígida, que oraba fervorosamente por el restablecimiento de su esposo, tuvo un sueño en el que San Dionisio le reveló que no moriría. A raíz de la curación de Ulf, ambos esposos prometieronconsagrarse a Dios en la vida religiosa.

Viuda, vida religiosa, aumentan las visiones
Según parece, Ulf murió en 1344 en el monasterio cisterciense de Alvastra, antes de poner por obra su propósito. Santa Brígida se quedó en Alvastra cuatro años apartada del mundo ydedicada a la penitencia. Desde entonces, abandonó los vestidos lujosos, solo usaba lino para el velo y vestía una burda túnica ceñida con una cuerda anudada. Las visiones y revelaciones se hicieron tan insistentes, que la santa se alarmó, temiendo ser víctima deilusiones del demonio o de su propia imaginación. Pero en una visión que se repitió tres veces, se le ordenó que se pusiese bajo la dirección del maestre Matías, un canónigo muy sabio y experimentado de Linkoping, quien le declaró que sus visiones procedían de Dios. Desde entonces hasta su muerte, Santa Brígida comunicó todas sus visiones al prior de Alvastra, llamado Pedro, quien las consignó por escrito en latín. Ese período culminó con una visión en la que el Señor ordenó a la santa que fuese a la corte para amenazar al rey Magno con el juicio divino; así lo hizo Brígida, sin excluir de las amenazas a la reina y a los nobles. Magno se enmendó algún tiempo y dotó liberalmente el monasterio que la santa había fundado en Vadstena, impulsada por otra visión.

En Vadstena había sesenta religiosas. En un edificio contiguo habitaban trece sacerdotes (en honor de los doce apóstoles y de San Pablo), cuatro diáconos (que representaban a los doctores de la Iglesia) y ocho hermanos legos. En conjunto había ochenta y cinco personas. Santa Brígida redactó las constituciones; según se dice, se las dictó el Salvador en una visión. Pero ni Bonifacio IX con la bula de canonización, ni Martín V, que ratificó los privilegios de la abadía de Sión y confirmó la canonización, mencionan ese hecho y sólo hablan de la aprobación de la regla por la Santa Sede, sin hacer referencia a ninguna revelación privada.

En la fundación de Santa Brígida, lo mismo que en la orden de Fontevrault, los hombres estaban sujetos a la abadesa en lo temporal, pero en lo espiritual, las mujeres estaban sujetas al superior de los monjes. La razón de ello es que la orden había sido fundada principalmente para las mujeres y los hombres sólo eran admitidos en ella para asegurar los ministerios espirituales. Los conventos de hombres y mujeres estaban separados por unaclausura inviolable; tanto unos como las otras, asistían a los oficios en la misma iglesia, pero las religiosas se hallaban en una galería superior, de suerte que ni siquiera podían verse unos a otros.

El monasterio de Vadstena fue el principal centro literario de Suecia en el siglo XV. A raíz de una visión; Santa Brígida escribió una carta muy enérgica a Clemente VI, urgiéndole a partir de Aviñón a Roma y establecer la paz entre Eduardo III de Inglaterra y Felipe IV de Francia. El Papa se negó a partir de Aviñón pero, en cambio envió a Hemming, obispo de Abo, a la corte del rey Felipe, aunque la misión no tuvo éxito. Entre tanto, el rey Magno, que apreciaba más las oraciones que los consejos de Santa Brígida, trató de hacerla interveniren una cruzada contra los paganos letones y estonios. Pero en realidad se trataba de una expedición de pillaje. La santa no se dejó engañar y trató de disuadir al monarca. Con ello perdió el favor de la corte, pero no le faltó el amor del pueblo, por cuyo bienestar se preocupaba sinceramente durante sus múltiples viajes por Suecia.

En Roma e Italia
Había todavía en el país muchos paganos, y Sarta Brígida ilustraba con milagros la predicación de sus capellanes. En 1349, a pesar de que la “muerte negra” hacía estragos en toda Europa, Brígida decidió ir a Roma con motivo del jubileo de 1350. Acompañada de su confesor, Pedro de Skeninge y otros, se embarcó en Stralsund, en medio de las lágrimas delpueblo, que no había de volver a verla. En efecto, la santa se estableció en Roma, donde se ocupó de los pobres de la ciudad, en la espera de la vuelta del Pontífice a la Ciudad Eterna.Asistía diariamente a misa a las cinco de la mañana, se confesaba todos los días ycomulgaba varias veces por semana (según era permitido en aquella época). El brillo de su virtud contrastaba con la corrupción de costumbres que reinaba entonces en Roma: el robo y la violencia hacían estragos, el vicio era cosa normal, las iglesias estaban en ruinas y lo único que interesaba al pueblo era escapar de sus opresores. La austeridad de la santa, su devoción a los santuarios, su severidad consigo misma, su bondad con el prójimo, su entrega total al cuidado de los pobres y los enfermos, le ganaron el cariño de muchos. Santa Brígida atendía con particular esmero a sus compatriotas y cada día daba de comer a los peregrinos suecos en su casa que estaba situada en las cercanías de San Lorenzo inDamaso.

Pero su ministerio apostólico no se reducía a la práctica de las buenas obras ni a exhortar a los pobres y a los humildes. En cierta ocasión, fue al gran monasterio de Farfa para reprender al abad, “un hombre mundano que no se preocupaba absolutamente por las almas”. Hay que decir que, probablemente, la reprensión de la santa no produjo efecto. Más éxito tuvo su celo por la reforma de otro convento de Bolonia. Allí se hallaba Brígida cuandofue a reunirse con ella su hija, Santa Catalina, quien se quedó a su lado y, fue su fiel colaboradora hasta el fin de su vida. Dos de las iglesias romanas más relacionadas con nuestra santa son la de San Pablo extramuros y la de San Francisco de Ripa. En la primera se conserva todavía el bellísimo crucifijo, obra de Cavallini, ante el que Brígidaacostumbraba orar y que le respondió más de una vez; en la segunda iglesia se le aparecióSan Francisco y le dijo: “Ven a beber conmigo en mi celda”. La santa interpretó aquellas palabras como una invitación para ir a Asís. Visitó la ciudad y de allí partió en peregrinaciónpor los principales santuarios de Italia, durante dos años.

Profecías y revelaciones
Las profecías y revelaciones Santa Brígida se referían a las cuestiones mas candentes de su época. Predijo, por ejemplo, que el Papa y el emperador se reunirían amistosamente enRoma. Al poco tiempo así lo hicieron (El Papa Beato Urbano V y Carlos IV, en 1368).  Laprofecía de que los partidos en que estaba dividida la Ciudad Eterna recibirían el castigo que merecían por sus crímenes, disminuyeron un tanto la popularidad de la santa y aun le atrajeron persecuciones. Brígida fue arrojada de su casa y tuvo que ir con su hija a pedir limosna al convento de las Clarisas.Por otra parte, ni siquiera el Papa escapaba a sus severas admoniciones proféticas.

El gozo que experimentó la santa con la llegada de Urbano a Roma fue de corta duración, pues el Pontífice se retiró poco después a Viterbo, luego a Montesfiascone y aun se rumoróque se disponía a volver a Aviñón.

Al regresar de una peregrinación, a Amalfi, Brígida tuvo una visión en la que Nuestro Señor la envió a avisar al Papa que se acercaba la hora de su muerte, a fin de que diese su aprobación a la regla del convento de Vadstena. Brígida había ya sometido la regla a la aprobación de Urbano V, en Roma, pero el Pontífice no había dado respuesta alguna. Así pues, se dirigió a Montefiascone montada en su mula blanca. Urbano aprobó, en general, la fundación y la regla de Santa Brígida, que completó con la regla de San Agustín. Cuatro meses más tarde, murió el Pontífice. Santa Brígida escribió tres veces a su sucesor, Gregorio XI, que estaba en Aviñón, conminándole a trasladase a Roma. Así lo hizo el Pontífice cuatro años después de la muerte de la santa.

En 1371, a raíz de otra visión, Santa Brígida emprendió una peregrinación a los Santos Lugares, acompañada de su hija Catalina, de sus hijos Carlos y Bingerio, de Alfonso de Vadaterra y otros personajes. Ese fue el último de sus viajes. La expedición comenzó mal, ya que en Nápoles, Carlos se enamoró de la reina Juana I, cuya reputación era muy dudosa. Aunque la esposa de Carlos vivía aún en Suecia y el marido de Juana estaba en España; ésta quería contraer matrimonio con él y la perspectiva no desagradaba a Carlos. Su madre,horrorizada ante tal posibilidad, intensificó sus oraciones. Dios resolvió la dificultad del modo más inesperado y trágico, pues Carlos enfermó de una fiebre maligna y murió dos semanas después en brazos de su madre. Santa Brígida prosiguió su viaje a Palestina embargada por la más profunda pena. En Jaffa estuvo a punto de perecer ahogada duranteun naufragio Sin embargo durante, la accidentada peregrinación la santa disfrutó de grandes consolaciones espirituales y de visiones sobre la vida del Señor.

A su vuelta de Tierra Santa, en el otoño de 1372, se detuvo en Chipre, donde clamó contra la corrupción de la familia real y de los habitantes de Famagusta quienes se habían burlado de ella cuando se dirigía a Palestina. Después pasó a Nápoles, donde el clero de la ciudadleyó desde el púlpito las profecías de  Santa Brígida, aunque no produjeron mayor efecto entre el pueblo.

La comitiva llegó a Roma en marzo de 1373. Brígida, que estaba enferma desde hacía algún tiempo, empezó a debilitarse rápidamente, y falleció el 23 de julio de ese año, después de recibir los últimos sacramentos de manos de su fiel amigo, el Padre Pedro de Alvastra. Tenía entonces setenta y un años. Su cuerpo fue sepultado provisionalmente en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna. Cuatro meses después, Santa Catalina y Pedro de Alvastra condujeron triunfalmente las reliquias a Vadstena, pasando por Dalmacia, Austria, Polonia yel puerto de Danzig.

Santa Brígida, cuyas reliquias reposan todavía en la abadía por ella fundada, fue canonizada en 1391 y es la patrona de Suecia.

Visiones y escritos

Uno de los aspectos más conocidos en la vida de Santa Brígida, es el de las múltiples visiones con que la favoreció el Señor, especialmente las que se refieren a los sufrimientosde la Pasión y a ciertos acontecimientos de su época. Por orden del Concilio de Basilea, el Juan de Torquemada, quien fue más tarde cardenal, examinó el libro de las revelaciones de la santa y declaró que podía ser muy útil para la instrucción de los fieles; pero tal aprobación encontró muchos opositores. Por lo demás; la declaración de Torquemada significa únicamente que la doctrina del libro es ortodoxa y que las revelaciones no carecen de probabilidad histórica. El Papa Bcnedicto XIV, entre otros, se refirió a las revelaciones de Santa Brígida en los siguientes términos: “Aunque muchas de esas revelaciones han sido aprobadas, no se les debe el asentimiento de fe divina; el crédito que merecen es puramente humano, sujeto al juicio de la prudencia, que es la que debe dictarnos el gradode probabilidad de que gozan para que crearnos píamente en ellas.”

Santa Brígida, con gran sencillez de corazón, sometió siempre sus revelaciones a las autoridades eclesiásticas y, lejos de gloriarse por gozar de gracias tan extraordinarias, las aprovechó como una ocasión para manifestar su obediencia y crecer en amor y humildad. Si sus revelaciones la han hecho famosa, ello se debe en gran parte a su virtud heroica, consagrada por el juicio de la Iglesia.

El libro de sus revelaciones fue publicado por primera vez en 1492.

Las brigidinas tienen unas lecciones de maitines tomadas de sus revelaciones sobre las glorias de María, conocidas con el nombre de “Sermo Angelicus”, en recuerdo de las palabras del Señor a la santa: “Mi ángel te comunicará las lecciones que las religiosas de tus monasterios deben leer en maitines, y tú las escribirás tal como él te las dicte”.

ORACIONES
Aprobadas por El Papa Pío IX

En la Basílica de San Pablo Extramuros en Roma todavía se puede contemplar, en la capilla del Santísimo Sacramento, el Crucifijo Milagroso ante el cual estuvo arrodillada Santa Brígida cuando recibió estas 15 Oraciones de Nuestro Señor. Allí hay una inscripción conmemorando este evento, en latín: “Pendentis. Pendente Dei verba a accepit aure accipit et verbum corde Brigitta Deum. Anno Jubilei MCCCL”

Por mucho tiempo, Santa Brígida había deseado saber cuántos latigazos había recibido Nuestro Señor en Su Pasión. Cierto día se le apareció Jesucristo, diciéndole: “Recibí en Mi Cuerpo cinco mil, cuatrocientos ochenta latigazos; son 5.480 azotes. Si queréis honrarlos en verdad, con alguna veneración, decid 15 veces el Padre Nuestro; también 15 veces el Ave María, con las siguientes oraciones, durante un año completo. Al terminar el año, habréis venerado cada una de Mis Llagas”. (Nuestro Señor mismo le dictó las oraciones a la santa.)

INTRODUCCIÓN

Estas oraciones y promesas, hechas fundamentalmente para el crecimiento espiritual de aquella alma que aspire a unirse a Jesús todos los días y llegar a las alturas místicas de los más grandes Santos, fueron copiadas del libro publicado en Toulouse, en 1740, por el Padre Adrián Parvilliers, dé la Sociedad de Jesús, Misionero Apostólico en Tierra Santa con aprobación, permiso y recomendación para propagar la devoción.

En tiempos de tanta Brígida (siglo XIV) la imprenta no existía, de modo que el único recurso eran los copistas. El Papa Urbano VI fomentó la multiplicación del número de copias de las revelaciones, en vista de que estaban siendo solicitadas por reyes, obispos, conventos, bibliotecas y universidades.

Los libros que contenían éstas oraciones y promesas habían sido aprobados por un gran número de prelados, entre los cuáles se encontraba Su Eminencia, el Cardenal Giraud de Cambria, en 1845 y el Arzobispo Florián de Toulouse, en 1863. La colección de pequeños libros, en los cuales se encontraban estas oraciones, recibió la bendición del Papa San Pío IX, el 31 de Mayo de 1862. Finalmente, esta colección fue recomendada por el Gran Congreso de Malines el 22 de Agosto de 1865.

Esta versión española fue tomada de otra en inglés.

Puesto que las oraciones dictadas por Jesús a Santa Brígida, sufrieron, incontables traducciones de un idioma al otro (sueco, francés, italiano, alemán, etc), esta versión española no pretende declararse corno traducción exacta a la versión que la propia Santa pudo dar a los de su tiempo, ni siquiera a las tantas otras versiones que se produjeron en el espacio de seis siglos. Sin embargo, dada la tremenda espiritualidad contenida en esta bellísima versión; no quepa a nadie la duda, porque nuestro Divino Redentor lee las intenciones de nuestros corazones, y si Él ve sinceridad en nosotros concederá sus VEINTE DIVINAS. PROMESAS a quien recite estas oraciones diariamente por el espacio de un año. Sólo ten fe en su amor infinito, rézalas meditando; profundamente en su contenido, precioso; Él hará el resto.

Aquellos que visiten la Iglesia, de San Pablo en Roma, pueden ver el crucifijo en tamaño natural  esculpido por Pierre Calvallini, ante el cual Santa Brígida se arrodillaba, y la siguiente inscripción: “Pendentis pendente Dei verba accepítaure accipit at, verburn corde: Brigitta Deum”. Recordando. las prodigiosas experiencias tenidas por la Santa ante este crucifijo.

AQUÉL QUE QUIERA VENIR EN POS DE Mí NIÉGUESE A SÍ MISMO,

TOME SU CRUZ Y SÍGAME. ” Mateo, 16, 24.


LAS VEINTE DIVINAS PROMESAS

Jesucristo prometió a Santa Brígida los siguientes maravillosos privilegios, con la condición de que ella fuera fiel a la diaria recitación del Santo Oficio. Y se garantizan también a todo aquél que diga las oraciones devotamente cada día por el espacio de un año. He aquí las promesas.

1. Cualquiera que recite estas oraciones, obtendrá el grado máximo de perfección.

2. Quince días antes de su muerte, tendrá un conocimiento perfecto de todos sus pecados y una contrición profunda de ellos.

3. Quince días antes de su muerte, le daré mi precioso cuerpo a fin de que escape el hambre eterna; le daré a beber mi preciosa sangre para que no permanezca sediento eternamente.

4. Libraré del purgatorio a 15 almas de su familia.

5. Quince almas de su familia serán confirmadas y preservadas en gracia.

6. Quince pecadores de su familia se convertirán.

7. Haz de saber que cualquiera que haya vivido en estado de pecado mortal por 30 años; pero recita o tiene la intención de recitar estas oraciones devotamente, Yo, el señor, le perdonaré todos sus pecados.

8. Si ha vivido haciendo su propia voluntad durante toda su vida y está para morir al día siguiente, prolongaré su existencia.

9. Obtendrá todo lo que pida a Dios y a la Santísima Virgen.

10. En cualquier parte donde se estén diciendo las oraciones, o donde se digan, Dios estará presenté por su gracia.

11. Todo aquél que enseñe estas oraciones a los demás, ganará incalculables méritos y su gloria será mayor en el cielo.

12. Por cada vez que se recite estas oraciones, se ganarán 100 días de indulgencia.

13. Su alma será liberada de la muerte eterna.

14. Gozará de la promesa de que será contado entre los bienaventurados de cielo.

15. Lo defenderé contra las tentaciones del mal.

16. Preservaré y guardaré sus cinco sentidos.

17. Lo preservaré de una muerte repentina.

18. Yo colocaré mi cruz victoriosa ante él para que venza a los enemigos de su alma.

19. Antes de su muerte vendré con mi amada Madre.

20. Recibiré muy complacido su alma y lo conduciré a los gozos eternos. Y habiéndolo llevado allí, le daré a beber de la fuente de mi divinidad.

Esta devoción se hará diariamente por espacio de un año.
Cada día debe iniciarse de la siguiente manera:

1. Persignarse

2. Realizar la oración al Espíritu Santo

3. Rezar un Padre Nuestro y un Ave María

4. Realizar la oración de unión con Jesucristo cada día

5. Concluir con el Gloria.

Invocación previa a la oración diaria

Oración al dulce huésped de nuestras almas, el Espíritu Santo Persignarse

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y  enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía tu Espíritu y todo será creado. Y renovarás la faz de la tierra. Oh Dios, que instruiste los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo, concédenos que animados y guiados por este mismo Espíritu, aprendamos a obrar rectamente siempre, gocemos de la dulzura del bien y de sus divinos consuelos. Por Cristo Nuestro Señor. Así sea.

Primera Oración

Padrenuestro – Ave Maria.

¡Oh Jesucristo ¡Sois la eterna dulzura de todos los que Os aman; la alegría que sobrepasa todo gozo y deseo; la salvación y esperanza de todos los pecadores. Habéis manifestado no tener mayor deseo que el de permanecer en medio de los hombres, en la tierra. Los amáis hasta el punto de asumir la naturaleza humana, en la plenitud de los tiempos, por amor a ellos. Acordaos de todos los sufrimientos que habéis soportado desde el instante de Vuestra Concepción y especialmente durante Vuestra Sagrada Pasión; así como fue decretado y ordenado desde toda la eternidad, según el plan divino.

Acordaos, Oh Señor, que durante la última cena con Vuestros discípulos les habéis Lavado los pies; y después, les distéis Vuestro Sacratísimo Cuerpo, y Vuestra Sangre Preciosísima. Luego, confortándolos con dulzura, les anunciasteis Vuestra próxima Pasión.

Acordaos de la tristeza y amargura que habéis experimentado en Vuestra Alma, como Vos mismo lo afirmasteis, diciendo
”Mi Alma está triste hasta la muerte.”

Acordaos de todos los temores, las angustias y los dolores que habéis soportado, en Vuestro Sagrado Cuerpo, antes del suplicio de la crucifixión. Después de haber orado tres veces, todo bañado de sudor sangriento, fuisteis traicionado por Vuestro discípulo. Judas; apresado por los habitantes de una nación que habíais escogido y enaltecido. Fuisteis acusado por falsos testigos e injustamente juzgado por tres jueces; todo lo cual sucedió en la flor de Vuestra madurez, y en la solemne estación pascual.

Acordaos que fuisteis despojado de Vuestra propia vestidura, y revestido con manto de irrisión. Os cubrieron los Ojos y la Cara infligiendo bofetadas. Después, coronándoos de espinas, pusieron en Vuestras manos una caña. Finalmente, fuisteis atado a la columna, desgarrado con azotes y agobiado de oprobios y ultrajes.

En memoria de todas estas penas y dolores que habéis soportado antes de Vuestra Pasión en la Cruz concededme antes de morir, una contrición verdadera, una confesión sincera y completa, adecuada satisfacción; y la remisión de todos mis pecados. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Segunda Oración.

Padrenuestro – Ave Maria

¡Oh Jesús, la verdadera libertad de los ángeles y paraíso de delicias! Acordaos del horror y la tristeza con que fuisteis oprimido, cuando Vuestros enemigos como leones furiosos, os rodearon con miles de injurias: salivazos, bofetadas, laceraciones, arañazos y otros suplicios inauditos. Os atormentaron a su antojo. En consideración a estos tormentos y a las palabras injuriosas, Os suplico. ¡Oh mi Salvador, y Redentor! que me libréis de todos mis enemigos visibles e invisibles y que bajo Vuestra protección, hagáis que yo alcance la perfección de la salvación eterna. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Tercera Oración.

Padrenuestro – Ave Maria.

¡Oh Jesús, Creador del Cielo y de la Tierra, al que nada puede contener ni limitar! Vos abarcáis todo; y todo es sostenido bajo Vuestra amorosa potestad. Acordaos del dolor muy amargo que sufristeis cuando los judíos, con gruesos clavos cuadrados, golpe a golpe clavaron Vuestras Sagradas Manos y Pies a la Cruz. Y no viéndoos en un estado suficientemente lamentable para satisfacer su furor, agrandaron Vuestras Llagas, agregando dolor sobre dolor. Con indescriptible crueldad. Extendieron Vuestro Cuerpo en la Cruz. Y con jalones y estirones violentos, en toda dirección, dislocaron Vuestros Huesos.

¡Oh Jesús!, en memoria de este santo dolor que habéis soportado con tanto amor en la Cruz, Os suplico concederme la gracia de temeros y amaros. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Cuarta Oración.

Padrenuestro – Ave María.

O Jesús, Médico Celestial! elevado en la Cruz para curar nuestras llagas con las Vuestras! Acordaos de las contusiones y los desfallecimientos que habéis sufrido en todos Vuestros Miembros; y que fueron distendidos a tal grado, que no ha habido dolor semejante al Vuestro. Desde la cima de la cabeza hasta la planta de los pies, ninguna parte de Vuestro Cuerpo estaba exenta de tormentos. Sin embargo, olvidando todos Vuestros sufrimientos, no dejasteis de pedir por Vuestros enemigos, a Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “ Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.”

Por esta inmensa misericordia, y en memoria de estos sufrimientos, Os hago esta súplica: conceded que el recuerdo de Vuestra muy amarga Pasión, nos alcance una perfecta contrición, y la remisión de todos nuestros pecados. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Quinta Oración.

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús!, ¡Espejo de Resplandor Eterno! Acordaos de la tristeza aguda que habéis sentido al contemplar con anticipación, las almas que habían de condenarse. A la luz de Vuestra Divinidad, habéis vislumbrado la predestinación de aquellos que se salvarían, mediante los méritos de Vuestra Sagrada Pasión. Simultáneamente habéis contemplado tristemente la inmensa multitud de réprobos que serian condenados por sus pecados; y Os habéis quejado amargamente de esos desesperados, perdidos y desgraciados pecadores.

Por este abismo de compasión y piedad y principalmente por la bondad que demostrasteis hacia el buen ladrón, diciéndole: “Hoy estarás conmigo en el Paraíso”, hago esta súplica, Dulce Jesús. Os pido que a la hora de mi muerte tengáis misericordia de mí. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Sexta Oración.

Padrenuestro – Ave Maria.

¡Oh Jesús. Rey infinitamente amado y deseado! Acordaos del dolor que habéis sufrido, cuando, desnudo y como un crimina! común y corriente, fuisteis clavado y elevado en la Cruz. También! fuisteis abandonado de todos Vuestros parientes y amigos con la excepción de Vuestra muy amada Madre. En Vuestra agonía, Ella permaneció fiel junto a Vos; luego, la encomendasteis a Vuestro fiel discípulo, Juan, diciendo a Maria: “mujer, he aquí a tu hijo!” Y a Juan: “ He aquí a tu Madre!

Os suplico, Oh mi Salvador, por la espada de dolor que entonces traspasó el alma de Vuestra Santísima Madre, que tengáis compasión de mí. Y en todas mis aflicciones y tribulaciones, tanto corporales como espirituales, ten piedad de mí. Asistidme en todas mis pruebas, y especialmente en la hora de mi muerte. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Séptima Oración.

Padrenuestro – Ave Maria

¡Oh Jesús, inagotable Fuente de compasión, ten compasión de mí! En profundo gesto de amor, habéis exclamado en la Cruz: “Tengo sed” Era sed por la salvación del género humano. Oh mi Salvador os ruego que inflaméis nuestros corazones con el deseo de dirigirnos a la perfección, en todas nuestras obras. Extinguid en nosotros la concupiscencia carnal y el ardor de los apetitos mundanos. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Octava Oración.

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Dulzura de los corazones y Deleite del espíritu! Por el vinagre y la hiel amarga que habéis probado en la Cruz, por amor a nosotros, oíd nuestros ruegos. Concedednos la gracia de recibir dignamente Vuestro Sacratísimo Cuerpo y Sangre Preciosísima durante nuestra vida, y también a la hora de la muerte para servir de remedio y consuelo a nuestras almas. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Novena Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús, Virtud real y gozo del alma! Acordaos del dolor que habéis sentido, sumergido en un océano de amargura, al acercarse la muerte, insultado y ultrajado por los judíos. Clamasteis en alta voz que habíais sido abandonado por Vuestro Padre Celestial, diciéndole: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”. Por esta angustia, Os suplico, Oh mi Salvador, que no me abandonéis en los terrores y dolores de mi muerte. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Décima Oración

Padrenuestro -Ave Maria.

¡Oh Jesús. Principio y Fin de todas las cosas. Sois la Vida y la Virtud plena! Acordaos que por causa nuestra fuisteis sumergido en un abismo de penas, sufriendo dolor desde la planta de los Pies hasta la cima de la Cabeza. En consideración a la enormidad de Vuestras Llagas, enseñadme a guardar, por puro amor a Vos, todos Vuestros Mandamientos; cuyo camino de Vuestra Ley Divina es amplio y agradable para aquellos que Os aman, Amén. (Se concluye con el Gloria)

Undécima Oración

Padrenuestro – Ave Maria.

¡Oh Jesús! ¡Abismo muy profundo de Misericordia! En memoria de las llagas que penetraron hasta la médula de Vuestros Huesos y Entrañas, para atraerme hacia Vos, presento esta súplica. Yo, miserable pecador, profundamente sumergido en mis ofensas, pido que me apartéis del pecado. Ocultadme de Vuestro Rostro tan justamente irritado contra mí. Escondedme en los huecos de Vuestras Llagas hasta que Vuestra cólera y justìsíma indignación hayan cesado. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Duodécima Oración

Padrenuestro – Ave Maria.

¡Oh Jesús! Espejo de la Verdad, Sello de la Unidad. y Vínculo de la Caridad! Acordaos de la multitud de Llagas con que fuisteis herido, desde la Cabeza hasta los Pies. Esas Llagas fueron laceradas y enrojecidas, Oh dulce Jesús, por la efusión de Vuestra adorable Sangre. ¡Oh, qué dolor tan grande y repleto habéis sufrido por amor a nosotros, en Vuestra Carne virginal! ¡Dulcísimo Jesús! ¿Qué hubo de hacer por nosotros que no habéis hecho? Nada falta. ¡Todo lo habéis cumplido! ¡Oh amable y adorable Jesús! Por el fiel recuerdo de Vuestra Pasión, que el Fruto meritorio de Vuestros sufrimientos sea renovado en mi alma. Y que en mi corazón, Vuestro Amor aumente cada día hasta que llegue a contemplaros en la eternidad. ¡Oh Amabilísimo Jesús! Vos sois el Tesoro de toda alegría y dicha verdadera, que Os pido concederme en el Cielo. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Décima-Tercera Oración

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Fuerte León, Rey inmortal e invencible! Acordaos del inmenso dolor que habéis sufrido cuando, agotadas todas Vuestras fuerzas, tanto morales como físicas, inclinasteis la Cabeza y dijisteis: “Todo está consumado”. Por esta angustia y dolor, os suplico, Señor Jesús, que tengáis piedad de mí en la hora de mi muerte cuando mi mente estará tremendamente perturbada y mi alma sumergida en angustia. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Décima-Cuarta Oración.

Padrenuestro – Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Unico Hijo del Padre Celestial! esplendor y semejanza de su Esencia! Acordaos de la sencilla y humilde recomendación que hicisteis de Vuestra Alma, a Vuestro Padre Eterno, diciéndole: “¡Padre en Tus Manos encomiendo Mi Espíritu!” Desgarrado Vuestro Cuerpo, destrozado Vuestro Corazón, y abiertas las Entrañas de Vuestra misericordia para redimirnos, habéis expirado. Por Vuestra Preciosa Muerte, Os suplico, Oh Rey de los santos, confortadme. Socorredme para resistir al demonio, la carne y al mundo. A fin de que, estando muerto al mundo, viva yo solamente para Vos. Y a la hora de mi muerte, recibid mi alma peregrina y desterrada que regresa a Vos. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Décima-Quinta Oración.

Padrenuestro-Ave María.

¡Oh Jesús! ¡Verdadera y fecunda Vid! Acordaos de la abundante efusión de Sangre que tan generosamente habéis derramado de Vuestro Sagrado Cuerpo. Vuestra preciosa Sangre fue derramada como el jugo de la uva bajo el lagar.

De Vuestro Costado perforado por un soldado, con la lanza, ha brotado Sangre y agua, hasta no quedar en Vuestro Cuerpo gota alguna. Finalmente, como un haz de mirra, elevado a lo alto de la Cruz., la muy fina y delicada Carne Vuestra fue destrozada; la Substancia de Vuestro Cuerpo fue marchitada; y disecada la médula de Vuestros Huesos. Por esta amarga Pasión, y por la efusión de Vuestra preciosa Sangre, Os suplico, Oh dulcísimo Jesús, que recibáis mi alma, cuando yo esté sufriendo en la agonía de mi muerte. Amén. (Se concluye con el Gloria)

Conclusión.

¡Oh Dulce Jesús! Herid mi corazón, a fin de que mis lágrimas de amor y penitencia me sirvan de pan, día y noche. Convertidme enteramente, Oh mi Señor, a Vos. Haced que mi corazón sea Vuestra Habitación perpetua. Y que mi conversación Os sea agradable. Que el fin de mi vida Os sea de tal suerte loable, que después de mi muerte pueda merecer Vuestro Paraíso; y alabaros para siempre en el Cielo con todos Vuestros santos. Amén.

Sor Maria de Jesus de Agreda y La Mistica Ciudad de Dios


MISTICA CIUDAD DE DIOS Y CARTAS
Sor María de Jesús de Ágreda

Pocas veces aparecen a lo largo de la historia y de la literatura figuras de tan amplia proyección no sólo nacional, sino universal, como la de la Venerable Madre Sor María de Jesús de Ágreda.

Y pocas veces sorprende tanto como en ésta el contraste entre la quietud de una existencia reposada que, por no salir, no lohizo de su villa natal y ni siquiera de la casa paterna transformada en el convento por ella fundado, y esa misma irradiación de su nombre y de sus escritos – primero, en España, luego en Europa y América-, a través de los trescientos largos años ya transcurridos desde su muerte.

Nace en la villa soriana de Ágreda, el dos de abril de 1602. De noble familia, fueron sus padres don Francisco Coronel y doña Catalina de Arana, quienes, en su propia casa solariega y con la ayuda del municipio, fundaron el convento de la Concepción, dentro de la Orden de San Francisco. En 1618, doña Catalina y sus hijas María y Francisca ingresan en su Casa-Convento, y don Francisco se retira de monje a Nalda.

Pronto, Sor María es elegida priora, y en 1631, abadesa. Cuando, en 1643, Felipe IV – en viaje desde Zaragoza a la Corte- pasa por Ágreda, se le ocurre visitar el convento. Fue tal la impresión que recibió de esta primera conversación con la Venerable, que volvería otra vez a visitarla y mantendría una ininterrumpida y curiosa correspondencia con ella, hasta la muerte de Sor María, acaecida el 24 de mayo de 1665.

La Mística Ciudad de Dios fue un libro popularísimo en su tiempo – del que se han hecho más de doscientas cincuenta ediciones en las más diversas lenguas- que mezcla, muy a la española, lo teológico y lo literario, lo devoto y aun lo novelesco, la historia bíblica y la fantasía misticista, dentro del barroquismo propio de la época, ya de plena decadencia política.

Para el historiador y el crítico literario se plantean algunas interrogantes al analizar la sorprendente irradiación de la Mística Ciudad de Dios. Sin entrar ahora en sus propios valores intrínsecos, cabe pensar también en las especiales circunstancias en torno a su publicación, antes incluso y después de ver la luz. Fue redactada dos veces – pues su autora quemó la primera redacción- y publicada póstumamente. Esta obra – antes que un tratado de mística, una extrema biografía de la Virgen que acentúa los misterios de la Inmaculada- aparece precisamente cuando arde en España y en todo el orbe católico una enconada disputa sobre el dogma de la Concepción. Se delata – tildándose a su autora de “escotista”- a la Inquisición, la cual teme que el entusiasmo popular ante esta obra – que, según ciertos apologistas, influye y depura el concepto pictórico de las “Vírgenes” salidas del pincel de Murillo- llegue a ocasionar algún extravío, y recoge el libro para someterlo a un examen tan minucioso que durará doce años, hasta ser aprobado en 1686. Mientras se debatía todo esto, la obra es denunciada a la Suprema Inquisición de Roma, cuya lectura prohibe de momento, prohibición que levanta -1681- un Decreto de Inocencio IX. Clemente X declarará a Sor María “Venerable”, ordenando siguiera adelante la Causa de su beatificación.

Y he aquí como surge un hecho extraordinario: sus adversarios apelan a París desde la propia Roma. Los jansenistas y los profesores de la Sorbona impugnan la Mística Ciudad de Dios. La Universidad parisiense, antes que a la Madre Ágreda, combate – escudándose en ésta- a las altas autoridades de la Iglesia romana. La lucha religiosa entre “agredistas” y “antiagredistas” se pone al rojo vivo. Nuestras Universidades de Salamanca y Alcalá – más tarde, otras extranjeras como las de Lovaina y Coimbra- la aprueban, unánimes. Clemente XI ordena borrar la Mística Ciudad de Dios del Índice de libros prohibidos, en el cual estaba incluida.

El interés – pasada ya la virulencia polémica de “agredistas” y “antiagredistas”- se irá centrando, desde fines del siglo pasado, en otro punto sobre el cual la Iglesia no ha pronunciado aún su palabra definitiva – el de la “bilocación” o milagrosa aparición de Sor María en tierras de América-, de indudable importancia, no sólo en lo teológico, sino en la historia de la evangelización de indios xumanas de Tejas y de otros pueblos de Nuevo Méjico.

En cuanto a sus Cartas, cruzadas con el rey Felipe IV, el profesor Carlos Seco observa: “la correspondencia entre Felipe IV y la Madre Ágreda constituye una fuente de primer orden para conocer nuestro siglo XVII: fuente excepcional dentro de su género por las peculiares características del espíritu que la anima… Sor María viene a ser como una divisoria entre dos etapas fundamentales de nuestro pasado. En ella puede decirse que toma cuerpo la conciencia de nuestra decadencia política. Los años de “derrota” y “agotamiento” – 1643, caída de Olivares, y 1665, muerte de Sor María y el Rey- son, precisamente – según la calificación de Palacio Atard- los de la correspondencia entre el monarca y su consejera”.

© J. A. Pérez-Rioja
(extracto de Guía literaria de Soria)

Mística Ciudad de Dios

Capítulo I

De dos particulares visiones que el Señor mostró a mi alma y otras inteligencias y misterios que me compelían a dejarme de lo terreno, levantando mi espíritu y habitación sobre la tierra

1.- Confiésote y magnifícote, Rey altísimo, que por tu dignación y levantada majestad encubriste de los sabios y maestros estos altos misterios y los revelaste a mí, tu esclava, la más párvula e inútil de tu Iglesia, para que con admiración seas conocido por todopoderoso y autor de esta obra, tanto más cuanto el instrumento es más vil y flaco.

2.- Este Señor altísimo –después de largas resistencias que he referido y muy desordenados temores y de grandes suspensiones nacidas de mi cobardía, por conocer este mar inmenso de maravillas en que me embarco, recelosa de anegarme en él –me dio a sentir una virtud de lo alto, suave, fuerte, eficaz y dulce; una luz que alumbra al entendimiento, reduce a la voluntad rebelde, quietando, enderezando, gobernando y llamando a la república de los sentidos interiores y exteriores y rindiendo a toda criatura para el agrado y voluntad del Altísimo y buscar en todo sola su gloria y honra. Estando en esta disposición, oí una voz del Todopoderosos que me llamaba y llevaba tras de sí con grande fuerza, levantando mi habitación a lo alto y fortaleciéndome contra los leones que rugían hambrientos para alejar mi alma del bien que la ofrecían, en el conocimiento de los grandes sacramentos…”.

Cartas

“… Señor mío carísimo: V.M., que ama a Dios, suplícole aborrezca el mal y el pecado, con que obligaría al Altísimo que guarde su alma, y si ésta está defendida, no tema V.M. la pérdida de hijos que ha tenido, de Reinos y ciudades, que el Todopoderoso se los volverá como a Job, y le librará de sus enemigos. Sea V.M. limpio de corazón; a los que consiguen esta felicidad llama el Evangelio bienaventurados.

Consuélame mucho que las cosas de Flandes vayan bien y que continúen las empresas; dénoslas felices el Todopoderoso.

Por no estar los franceses en un estado permanente, sino obrar según su inestabilidad, se puede temer que se acomoden y ajusten en sus discordias; el Señor nos defienda de ellos y continúe los buenos sucesos de Cataluña. La toma de Flix y rendimiento de Miravete ha sido gran misericordia divina, por lo que importan aquellas plazas, y convendría que ellas y las demás de aquella frontera se guarneciesen y fortaleciesen bien, por si el enemigo acude con más rigor y fuerzas el año que viene, que se puede temer si cesan las guerras domésticas de Francia. Hanme dicho que su Ejército en Cataluña, por no atreverse a oponerse al nuestro y para divertirle, hace algunos daños o estragos en el condado de Ribagorza; heme compadecido mucho de lo que padecerán en aquel país los naturales; deles Dios paciencia y me guarde y prospero a V.M.”.

(De Sor María, CCLXII)

15-XI-650

“Soledad me han hecho vuestras cartas los días que he estado en San Lorenzo, y así, me alegré mucho con la vuestra (…) Días ha que me faltan nuevas de Flandes e Italia; pero no oigo ninguna adversa de aquellas partes, con que juzgo no debe de haber novedad considerable en ellas. Los alborotos de Burdeos se ajustaron en lo aparente; pero creo que debajo de las cenizas han quedado centellas que con brevedad volverán a encender el fuego pasado y aun mayor, con que espero que se verán los franceses embarazados y que habrán de volver los ojos a la paz, que es mi único deseo. Las cosas de Cataluña van felizmente, de que he dado gracias a Nuestro Señor y a su Santísima Madre, y con su ayuda me prometo que antes de salir este mes habremos cobrado a Tortosa, cosa muy importante para la seguridad de Aragón y Valencia y para poder tratar de la recuperación de Cataluña (…) A Dios gracias vivimos todos buenos de San Lorenzo, y la Reina con algunas vislumbres de esperanzas de lo que tanto deseamos, aunque yo no acabo de creerlo; pedidle a nuestro Señor y a su Santísima Madre que, si es cierto, nos den en él el suceso que hemos menester, y si no, permitan que lo sea luego, aunque yo resignado estoy en todo y por todo con su santísima voluntad”.

(Del Rey, CCLXIII)

Artículos sobre sor María de Ágreda

– IV Centenario (1602-2002) Sor María de Ágreda
– Sor María Jesús de Ágreda soria-goig.com
– Sor María de Coronel y Arana Antonio Ruiz Vega
– La Dama Azul, de Javier Sierra

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